En el Dia Mundial del Medio Ambiente, este Comité ha querido llevar un mensaje a traves de varios poemas y cuentos para niños que a continuación les presentamos. Una manera de unirse a esa celebración mundial en medio de amenazas cada vez mas agobantes para nuestro planeta y la irresponsabilidad de muchos de nosotros de cara a las futuras generaciones.
POEMAS:
Cabeza de agua
Lodazales iracundos
desmembran el barranco,
y el río desbocado
al pobre hogar reclama.
Visita inesperada,
indeseada destructora,
cierne su furia
sobre el frágil caserío.
La madre grita,
la niña llora,
el padre luchacorriente abajo....
Ya lejos se ve
un trapito blanco.
El río, más calmo,
sigue su paso.
Del caserío quedaron
escombros enlodados.
La madre y la niña plañen
un corazón desgarrado.
(Liberia 27.11.95)
Libertad humana
Sorbiendo el dolor del alma
atravesó las pupilas,
arrebató sus brillos cristalinos.
Pesada e incomprendida,
ante el asombro
de los ojos inocentes
expresó la agonía
de la madre cierva.
Un lamento,...
como de niño dolorido,
rebotó en la concavidad transparente.
El eco
hirió la selva...
La madre cierva
partió a los cielos.
El cervatillo
quedó en la tierra.
La naturaleza,
profundamente obediente,
bebe la cicuta
que el hombre,
profundamente
ignorante,le receta.
!Condenada!
¿Condenada?
¿Cuál ha sido su delito?
Por sabia, por amante,
por rica, por dadivosa
la condena el hombre,
él, profundamente necio,
egoista,
profundamente pobre.
Amargo castigo,triste castigo,
deshidratante, calcinante,
hiriente, vertiginoso castigo...
¿Y el hombre?
Allí,
!profundamente solo!
(Autora: Ana María Palauro Alzogaray (Argentina), ex directora en la escuela de San Miguel de Santo Domingo, Heredia)
Cuento animal para niños y menos niños
Día Internacional del Medioambiente
5 de junio del 2009
Oscuras aves rapiñas venidas de lejanas tierras zurcaban amenazantes el cielo gris en busca de su sustento. Desde sus alturas percibieron una húmeda zona boscosa agrietada por múltiples claros deforestados, costas y ríos desvaneciendo. A cada uno de sus sobrevuelos, el bosque retrocedía, los ríos descargaban más pestilencias, las costas se ahogaban bajo un manto de inmundicias. El olor a muerte se esparcía por doquier, llamándoles poderosamente la atención. Sus afilados ojos podían percibir el rastro de aterrorizadas palomas, lechuzas, conejos, venados, ardillas, unos nativos y otros extranjeros, corriendo por todo lado. Pero al acercase un poco más, también visualizaron en la sombra a especies nativas como avispados camaleones y mapaches, silenciosas serpientes, invisibles pumas y algunos lagartos con impecable ropaje que, ayudados por alacranes de distintos colores y emprendedores zanates, carcomían poco a poco toda forma de vida. Intrigados por semejante espectáculo, los rapaces emprendieron el descenso de su vuelo para conocer tan peculiar paraje. Ahí pudieron observar de nuevo las palomas, los conejos, los venados divisados desde los aires; pero también, acorralados y aglutinados en las ramas más altas, a temblorosos felinos, monos y lapas; y, refugiados en cuevas, a ranas y sapos, armadillos, tortugas y a otros más desesperados, cuyos gemidos resonaban en la oscuridad de las cavernas. Mientras tanto, los otros, camaleones, lagartos, serpientes, pumas, alacranes, zanates avanzaban, irrespetando todo a su alrededor, sin ningún tipo de compasión. Hasta peces del mar buscaban refugios en cuevas en los ríos, huyendo la destrucción de las otrora prodigiosas costas de aquella joya natural. Algunas tortugas incluso trepaban a algunos palos secos causando intrigantes preguntas. “Este lugar es para nosotros, esto sí es un paraíso! “ se congratularon. “Aquí la muerte cunde por doquier, la pestilencia también, y hay que aprovechar que lo que queda en vida morirá para suplirnos en comida!”. Felices, aportaron su ayuda a las especies depredadoras que vieron ahí un nuevo aliado para satisfacer su extraña sed destructora. Poco a poco, aquel bucólico paraje natural se convirtió en un paraíso terrenal para muchas aves rapiñas. Las primeras en llegar no tardaron en llamar a sus compañeras de vuelo de otros cielos más oscuros. Aquella felicidad duró unos tiempos. Pero luego fue mermando hasta que acabaron de comer las últimas especies refugiadas en bosques y en grutas cada vez mas diminutas. Entonces, fueron las mismas especies nativas depredadoras las que iniciaron una lucha por su supervivencia hasta que estas también empezaron ineludiblemente a extinguirse. “Toda muerte es buena” pensaron las aves, por lo que casi ni notaron la diferencia al comer los restos de sus antiguos aliados. Sin embargo, al final, acosadas por el hambre, decidieron alzar nuevamente su vuelo, satisfechas por los tiempos de abundancia disfrutados en ese otrora pequeño paraje tropical, y decididas a reeditar esa inolvidable experiencia en otra latitud.
(NOTA: los nombres de las especies aquí mencionadas son para fines estrictamente ilustrativos)