Oscuras aves rapiñas venidas de lejanas tierras del Norte zurcaban amenazantes el cielo gris en busca de su sustento. Desde sus alturas percibieron una húmeda zona boscosa agrietada por múltiples claros deforestados, costas y ríos desvaneciendo. A cada uno de sus sobrevuelos, el bosque retrocedía un poco más, los ríos descargaban más pestilencias, las costas se ahogaban bajo un manto de inmundicias. El olor a muerte se esparcía por doquier, llamándoles poderosamente la atención. Sus afilados ojos podían percibir el rastro de aterrorizadas palomas, lechuzas, conejos, venados, ardillas, algunos nativos y otros extranjeros, corriendo por todo lado. Pero al acercase un poco más, también visualizaron en la sombra a especies nativas como avispados camaleones y mapaches, silenciosas serpientes, sigilosos pumas y algunos felices lagartos con impecable ropaje que, ayudados por alacranes de distintos colores y emprendedores zanates, carcomían poco a poco toda forma de vida. Intrigados por semejante espectáculo, los rapaces emprendieron el descenso de su vuelo para conocer tan peculiar paraje. Ahí pudieron observar de nuevo las palomas, los conejos, los venados divisados desde los aires, buscando desesperadamente un refuio; pero también, acorralados y aglutinados en las ramas más altas, a temblorosos felinos, monos y lapas; y, refugiados en cuevas, a ranas y sapos, armadillos, tortugas y a otros más desesperados, cuyos gemidos resonaban en la oscuridad de húemdas cavernas. Mientras tanto, los otros, encabezados por los felices lagartos, y sus amigos camaleones, serpientes, pumas, alacranes, zanates avanzaban, irrespetando todo a su alrededor, sin ningún tipo de compasión. Hasta peces del mar buscaban refugios en cuevas en los ríos, huyendo la destrucción de las otrora prodigiosas costas de aquella joya natural. Algunas tortugas incluso trepaban a algunos palos secos causando intrigantes preguntas. “Este lugar es para nosotros, esto sí es un paraíso! “ se congratularon. “Aquí la muerte cunde por doquier, la pestilencia también, y hay que aprovechar que lo que queda en vida morirá para suplirnos en comida!”. Felices, aportaron su ayuda a las especies depredadoras que vieron ahí un nuevo aliado para satisfacer su extraña sed destructora. Poco a poco, aquel bucólico paraje natural se convirtió en un paraíso para muchas aves rapiñas. Las primeras en llegar no tardaron en llamar a sus compañeras de vuelo de otros cielos más oscuros. Aquella felicidad rapiña duró unos tiempos. Pero luego fue mermando hasta que acabaron de comer las últimas especies refugiadas en bosques y en grutas cada vez mas diminutas. Entonces, fueron las mismas especies nativas depredadoras las que iniciaron una lucha por su supervivencia hasta que estas también empezaron ineludiblemente a extinguirse. “Toda muerte es buena” pensaron las aves, por lo que casi ni notaron la diferencia al comer los restos de sus antiguos aliados. Sin embargo, al final, acosadas por el hambre, decidieron alzar nuevamente su vuelo, satisfechas por los tiempos de abundancia disfrutados en ese otrora pequeño paraje tropical,vuelto un sembar y decididas a reeditar esa inolvidable experiencia en otra latitud.
NOTA: los nombres de especies y animales lo son para fines estrictamente ilustrativos
viernes, 23 de abril de 2010
CON OCASION DEL DIA MUNDIAL DE LA TIERRA
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